Socias del Sindicato Afrodita adultas mayores en la Ex-Cárcel de Valparaíso, 2024.

Travestizar la práctica sindical. Huellas del Sindicato Afrodita de Valparaíso

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Hace 25 años, en la ciudad de Valparaíso, un grupo de trabajadoras sexuales travestis formó el Sindicato Afrodita. En medio de un contexto hostil tanto para las identidades travestis como para el trabajo sexual, fueron reinventando y desbordando lo sindical haciendo convivir el taller de oficios y el show en vivo, la asamblea y el concurso de belleza, el salón de baile y el taller de prevención de salud, el plato único y la preparación de la marcha del orgullo, el trabajo por la memoria y el homenaje cotidiano a tantas compañeras fallecidas en anécdotas asombrosas que las mantienen vivas de boca en boca, la demanda por reparación histórica y la celebración de la vejez como un milagro.

En este primero de mayo queremos celebrar los 25 años de lucha del Sindicato de Trabajadoras Independientes Travestis Afrodita de Valparaíso1. Se trata de una lucha que no surge de manera aislada pues nace en el cruce con la defensa de los derechos laborales de las trabajadoras sexuales, contra la represión policial y la violencia carcelaria, por la prevención del VIH y la promoción de los derechos humanos. Y continúa hoy tras 25 años, como lucha por las vejeces dignas, la memoria y la reparación histórica. 

El 25 de julio del año 2000 en Valparaíso, un grupo de compañeras travestis que ejercían el trabajo sexual decidieron agruparse en respuesta al permanente hostigamiento de la policía ingresando así desde las esquinas callejeras a la historia del sindicalismo chileno.

El principal precedente de la formación del sindicato fue un acto de desobediencia carcelaria: el motín que protagonizaron algunas de sus fundadoras ante las constantes detenciones arbitrarias y en respuesta a la crueldad de las condiciones de reclusión.

La llama que lo encendió todo, dibujo por Sodomass, 2025.

El hecho ocurrió cerca del 31 de diciembre del año 1999. Mientras estallan los fuegos artificiales y Valparaíso recibía al nuevo milenio, otro estallido ocurría en los subsuelos de la Cárcel de la Pólvora. Detenidas en la calle después de la Navidad y tras días de abandono sin comida en el calabozo, Vanessa, Simson, Patty, Meluar, Yayo, Karen, Ximena y Claudia, prendieron fuego a los colchones para exigir el traslado a la cárcel de Quillota donde, al menos, podían contar con mejores condiciones.

El motín no dejó huella en la prensa ni en los archivos de Gendarmería y solo pervive en la oralidad de los relatos de las compañeras. Según los testimonios, fue al salir de la cárcel que surgió el impulso de organizarse y la forma de hacerlo: a través de un sindicato.

Comenzaron a reunirse en la casa de Vanessa Yáñez y Clara Andrade en la calle Carampangue, en Valparaíso. Fue Dayana Peralta quien propuso el nombre “Afrodita” en tributo a la diosa del amor y la sexualidad. El acto de constitución fue el 22 de agosto del año 2000 en la sede de la Central Única de Trabajadores (CUT), ubicada en la calle Blanco y estuvieron presentes 32 trabajadoras sexuales travestis. La primera directiva estuvo conformada por Claudia Rebolledo. en la presidencia, Meluar Muñoz, en la labor de secretaría, y Lénzica Orellana en tesorería. 

La conformación del Sindicato Afrodita registrada por el diario La Estrella de Valparaíso

La fuerza de la organización travesti le hizo muchas cosas a la práctica sindical, pero una de ellas, fue que la reconectó con el antiguo sentido de justicia guardado en la palabra sindicato2. La historia del Sindicato Afrodita lleva a reconsiderar la antinomia entre redistribución y reconocimiento que se ha planteado en las discusiones feministas3 pues plantea al mismo tiempo la cuestión de redistribución de la riqueza y la disputa por la posibilidad misma de ejercer el trabajo, por la posibilidad de circular por el espacio público.

Así, las compañeras del Sindicato Afrodita toman la figura del sindicato de trabajadoras independientes como intersticio para infiltrarse en los códigos cisnormativos de la vida social y ser reconocidas por otros actores políticos como interlocutoras válidas cuando la identidad travesti estaban fuera de la legalidad y todo lo relativo a ellas no era considerado políticamente viable en un país como Chile. Su lucha puso de manifiesto el carácter arbitrario de las divisiones sociales que hacen posible la vida ciudadana, la comunidad política y las condiciones materiales de sobrevivencia. 

Como nos recuerda Irarrázabal4, la figura del sindicato de trabajadores independientes es una de las figuras que han encontrado las y los trabajadores callejeros para hacer frente al uso hostil de las regulaciones del espacio público en Chile. A diferencia de otros trabajadores independientes y precarizados en el sistema capitalista, los trabajadores callejeros, como los vendedores ambulantes, se distinguen por estar más expuestos a la criminalización y a un trato injusto que tiene un impacto directo en su vulnerabilidad.   

De la misma forma, para las compañeras de Afrodita, la sindicalización fue una estrategia para proteger el trabajo sexual travesti ejercido mayoritariamente en la via pública (antes que en casas de tolerancia o prostíbulos) y permanentemente expuesto a la violencia civil y policial. Como trabajadoras sexuales que se ganaban la vida en una economía informal callejera, las integrantes del Sindicato Afrodita estaban expuestas a un estatuto ambivalente entre la no prohibición, la desregulación y la criminalización de facto. No tenían como interlocutor a un empleador, si no que las acciones de negociación y conflicto, estuvieron directamente encauzadas a instituciones de los gobiernos municipales y regionales. Esta dinámica puede verificarse en el hecho de que una de las primeras acciones de la directiva fue redactar cartas dirigidas al Alcalde de la Municipalidad de Valparaíso, al Jefe de la 2da Comisaría Central de Valparaíso, al Seremi de Salud y Seremi del Trabajo, para presentarse como interlocutoras.

Marcha del Orgullo en Santigao, septiembre 2006, Zuliana Araya sostiene un letrero que exige la derogación del artículo 373 del código penal utilizado para controlar el espacio público y el trabajo sexual callejero.

Aun así, durante sus primeros años, el sindicato tuvo que acudir muchas veces al escándalo como estrategia de lucha. Fue recurriendo a esa forma de presión no anticipable que Susan Stryker ha llamado “ira transgénero” y Lohana Berkins “furia travesti”5, que las compañeras lograron hacerse escuchar por las autoridades policiales y administrativas. Su forma de incidencia política incluyó el escándalo como acción directa y las marchas, tanto como intervenciones escritas en la prensa y solicitudes, propuestas y negociaciones con las reparticiones públicas registradas en innumerables cartas y oficios a las autoridades municipales, regionales y ministeriales resguardadas en el archivo histórico de la agrupación.

En un contexto en que las compañeras estaban permanentemente expuestas a ser detenidas, tanto por ejercer el trabajo sexual como por el sólo hecho de aparecer en el espacio público, el sindicato abogó también por la población travesti en las prisiones. Llevaron adelante distintos tipos de acciones que buscaban terminar con la discriminación padecida por la población penal homosexual y travesti, demandando recintos especiales para acoger a personas de la comunidad y atención de salud para quienes fueran portadoras de VIH. La cárcel para muchas travestis mayores de 50 años significa una trama biográfica imposible de borrar y menos de olvidar. Gran parte del tiempo de sus vidas habitaron recintos carcelarios, las detenciones arbitrarias y la reclusión por ofensas a la moral, por robo o ebriedad hicieron de este espacio un lugar común de encuentro. Las historias se entrecruzan para narrar desventuras, amores y desamores, estrategias de sobrevivencia y amistades que se inician, se terminan o se transforman.

Ramada del Sindicato Afrodita, circa 2004.

A partir de agosto de 2003 el sindicato logró tener su primera sede propia en una casa ubicada en Av. Colón, cumpliendo así uno de sus principales objetivos. En los documentos históricos ésta no sólo aparece como sede social, sino como hogar, como escuela, como comedor y olla común. Junto con la disputa y negociación con la policía y la cárcel o la preocupación por políticas de prevención del VIH, la sede les permitió comenzar a abrir posibilidades que ya no estaban sólo en la primera línea de la lucha. Ese mismo año el 18 de septiembre hicieron la primera Ramada del sindicato6 para las Fiestas Patrias y su versión de la marcha del orgullo que en Valparaíso suele hacerse en septiembre para conmemorar a quienes fallecieron en el incendio de la Disco Divine7.

Durante los años que funcionó la sede de Av. Colón, el sindicato hizo sus primeras postulaciones a fondos del Ministerio del Interior, de la Municipalidad y de la Embajada de Alemania que les permitieron realizar capacitaciones, comprar maquinarias e insumos para realizar talleres de costura, peluquería y banquetería. La mayor parte de las veces, estos proyectos quedaban en la etapa de la capacitación y no se traducían en una real inserción laboral y muchas integrantes del sindicato continuaron ganándose la vida en el trabajo sexual, los shows y la vida nocturna.

La figura “trabajadoras independientes travestis” en el nombre del sindicato, contiene una apertura. A veces, esas otras posibilidades laborales son presentadas por programas sociales estatales como un marcador de acceso a la decencia y normalidad y en antagonismo con el trabajo sexual que suele quedar marcado como indigno. Esta es una tensión que recorre la historia del sindicato y convive de manera compleja con el hecho de que la mayoría de las integrantes ejerció orgullosamente el trabajo sexual hasta edades avanzadas. 

Las paradojas que introduce la violencia estructural son difíciles de desandar. Sin embargo, los talleres y capacitaciones fueron abriendo otros contextos en los que compartir unas con otras, permitieron aprender oficios y descubrir otra disposición de los cuerpos. Es probable que en esos talleres y capacitaciones las compañeras se vieran confrontadas, al mismo tiempo, tanto con el cierre como con la apertura de las oportunidades disponibles para verse a sí mismas como trabajadoras independientes en un sentido múltiple.

La sede constituyó un espacio de posibilidad para crear un lugar de encuentro, una vida cotidiana en común, que les permitió romper con el aislamiento que expone a un mayor peligro a las personas travestis. Comer juntas, tomar once, celebrar navidades, contar con un espacio para aprender y ofrecer un refugio a compañeras que vivían en situación de calle o tenían problemas de salud, es y ha sido un modo de sostener la vida. Como señalan Vanessa y Zuliana en una carta a la Secretaría Regional Ministerial de Bienes Nacionales del año 2004, “Es vital e importante que contemos con un espacio digno para reunirnos y capacitarnos y también para ayudar a nuestros pares, ya que también contamos con un comedor abierto, para nuestros socios que se encuentran mal de salud o económicamente”8.

Vejeces, el hoy

Después del estallido social de octubre de 2019 y luego de la pandemia en el año 2020, las condiciones del trabajo sexual se modificaron considerablemente para las compañeras del Sindicato Afrodita quienes se vieron en la obligación de reinventarse. Algunas accedieron a trabajos en la Municipalidad de Valparaíso, otras se jubilaron y otras ingresaron a las nuevas plataformas virtuales. Mientras tanto, Sandra Peña, la presidenta de la organización comenzó a ir en ayuda de algunas mayores que se encontraban viviendo solas, de esta manera, se fue catastrando un número no menor de mujeres trans que superan con creces las expectativas de vida, que se estima entre 35 y 40 años según la Organización Mundial de la Salud. Producto de este ejercicio, ha sido posible reunir a más de una veintena de mujeres mayores trans que fluctúan entre los 60 y 85 años.

Actualmente, el Sindicato Afrodita de Valparaíso se compone en gran parte por este grupo de mayores travestis-trans con quienes se ha propiciado el trabajo de memoria, derechos humanos y reparación histórica. Ellas han sido las protagonistas de los testimonios de vida, de las narraciones del mundo bohemio, prostibular y callejero de un puerto que deja huellas y se inscribe en una historia vital, que encarna la resistencia y el orgullo de ser trans.

Juntas habitan espacios de convivencia, de cuidados, de celebración y, también, de tristezas cada vez que tienen que ver partir a una de sus compañeras. Reunidas se abrazan y disfrutan del placer de compartir un día más junto a sus amigas del Sindicato Afrodita de Valparaíso.

Este primero de mayo, celebramos el camino recorrido por el Sindicato Afrodita, sus metamorfosis y todo lo que los saberes travestis nos enseñan a tejer entre las luchas laborales y vitales del presente.

Ver también: Programa visionado: «Sindicalizar la esquina», 2025

Notas

  1. Este texto retoma y sintetiza algunas reflexiones desarrolladas más extensamente en el texto “Fuerza Travesti Organizada: políticas de archivo, luchas por el trabajo sexual y disputa del espacio público en la historia del Sindicato Afrodita de Valparaíso” en Revista Encuentros Latinoamericanos (en prensa). ↩︎
  2. La palabra sindicato viene del griego syndicus; está conformada por el prefijo syn que expresa colaboración, significa “conjuntamente con” y dike que refiere a justicia, significa tanto la justicia como el juicio y el castigo. Fue más adelante, en el medioevo cuando la palabra syndicus ya latinizada, pasó a nombrar al representante de un gremio de artesanos o comerciantes. ↩︎
  3.  Judith Butler y Nancy Fraser, ¿Redistribución o Reconocimiento? Un debate entre Marxismo y Feminismo, Madrid, Traficantes de sueños, 2017. ↩︎
  4. Paz Irarrázabal González, «El marco legal del trabajo callejero: la imposición de un orden sin los trabajadores» en Revista de derecho (Valdivia) 35 (2), 2022: 163-82. https://doi.org/10.4067/S0718-09502022000200163. ↩︎
  5. Ver: Susan Stryker, «Mis palabras a Víctor Frankenstein desde el pueblo de Chamonix: escenificando la ira transgénero» en Nombres: Revista de Filosofía, 2015 y la entrada “furia travesti” en: Marlene Wayar, Furia travesti. Diccionario de la T a la T, Buenos Aires, Paidós, 2021. ↩︎
  6. En Chile, una ramada es un establecimiento provisorio, a menudo asociado con las Fiestas Patrias que se celebran el 18 de septiembre, donde se ofrecen comidas típicas, bebidas y música, con el objetivo de celebrar de forma popular. ↩︎
  7. El incendio de la Divine, una de las discotecas gays más populares de Valparaíso, fue el 4 de septiembre de 1993 y tuvo como consecuencia el fallecimiento de alrededor de veinte personas. Aunque los primeros informes de Bomberos indicaron que el siniestro se habría originado por un cortocircuito eléctrico, la comunidad homosexual pidió que se investigara la posibilidad de un atentado homofóbico, sin embargo, el caso no terminó de esclarecerse. El incendio de la Divine se convirtió en un símbolo de lucha para los colectivos LGBT chilenos, de modo que el 4 de septiembre fue declarado «Día de las minorías sexuales». ​En el año 2005, se instaló una placa conmemorativa en las afueras del lugar. ↩︎
  8. Vanessa Yañez y Zuliana Araya, «Carta directiva Sindicato Afrodita a Paola Quinta Meléndez Seremi de Bienes Nacionales de Valparaíso», Archivo Sindicato Afrodita, 2004. ↩︎

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