))resonancias(( desde los límites del arte y la política

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Si lo político es estético no es porque se haya convertido en una cuestión de gusto y contemplación, sino porque lo estético es una distribución histórica que crea las condiciones de lo político, es decir, que configura y establece las formas de percepción, de sensación, de afección, de saber y de poder
desde las cuales generamos experiencias.
Hoy podemos revertir el daño de la imposición de lo político como experiencia de sometimiento haciendo política, no como subordinación al mantenimiento del Estado o afiliación a un partido, sino como un modo de hacer y
des-hacer, buscando en los bordes, en los intersticios donde las prácticas y saberes se confunden, la fuerza para des-encantarnos de este paisaje de mundo y des-acomodar lo
que está solidificado, silenciado e in-visibilizado.

)))resonancias((( desde los límites del arte y la política responde a nuestra necesidad por preguntarnos sobre nuestra historia, sobre las mitologías que legitiman y perpetúan el poder, sobre los fantasmas que acechan, sobre su reconocimiento como posibilidad revolucionaria; sobre los usos y abusos del poder en las conmemoraciones de los bicentenarios en varios países de Latinoamérica –en concreto en México, no como localismo excepcional sino como un caso concreto de intervención–; sobre querer pensar qué pueden ser y hacer las prácticas estéticas y creativas para confabular y hacer otro tipo de experiencia política.

des-bordes, que inicia su itinerancia con este número 0, ))resonancias(( desde los límites del arte y la política, nace del esfuerzo y trabajo de muchos. Pero, sobre todo, este número nace del afecto, de la confianza y la compañía, del deseo que nos propaga el encuentro, de la necesidad de mantenernos incitantes.

)))resonancias((( desde los límites del arte y la política responde a nuestra necesidad por preguntarnos sobre nuestra historia, sobre las mitologías que legitiman y perpetúan el poder, sobre los fantasmas que acechan, sobre su reconocimiento como posibilidad revolucionaria; sobre los usos y abusos del poder en las conmemoraciones de los bicentenarios en varios países de Latinoamérica –en concreto en México, no como localismo excepcional sino como un caso concreto de intervención–; sobre querer pensar qué pueden ser y hacer las prácticas estéticas y creativas para confabular y hacer otro tipo de experiencia política.

des-bordes, que inicia su itinerancia con este número 0, ))resonancias(( desde los límites del arte y la política, nace del esfuerzo y trabajo de muchos. Pero, sobre todo, este número nace del afecto, de la confianza y la compañía, del deseo que nos propaga el encuentro, de la necesidad de mantenernos incitantes.

Cuerpos despedazados son descubiertos y encubiertos en todos los rincones de México, miles de mujeres son violadas, mutiladas y asesinadas en la frontera norte, las diferencias económicas desquician cualquier posibilidad de comunidad, de justicia, de igualdad. Y, mientras el Estado se alza en una guerra por mantener el monopolio de la violencia y cabezas ruedan por las calles con una furia sacrificial que trastoca cualquier lógica de medios y fines, en las paredes aparecen pintas de un Zapata armado invocando a una revolución inconclusa bajo la consigna que anuncia, como augurio o amenaza: “Nos vemos en el 2010”. Las furias están desatadas y, sin embargo, nosotros nos comportamos como si éste fuera el mismo tiempo que “el de siempre”, afianzando en el “aquí no pasa nada” la persistencia de que esto “siga así”.


La violencia que irrumpe, ya sea con la intención de fundar un nuevo orden o como fuerza de conservación de ley, la recibimos como objeto de contemplación. Como había anunciado Walter Benjamin, la auto-enajenación ha alcanzado un grado tal que nos permite vivir nuestra aniquilación como un goce estético de primer orden. Esta estetización tiene un buen fundamento: es la experiencia misma desde la que nos conformamos. Si lo político es estético no es porque se haya convertido en una cuestión de gusto y contemplación, sino porque lo estético es una distribución histórica que crea las condiciones de lo político, es decir, que configura y establece las formas de percepción, de sensación, de afección, de saber y de poder desde las cuales generamos experiencias.


Hoy podemos revertir el daño de la imposición de lo político como experiencia de sometimiento haciendo política, no como subordinación al mantenimiento del Estado o afiliación a un partido, sino como un modo de hacer y des-hacer, buscando en los bordes, en los intersticios donde las prácticas y saberes se confunden, la fuerza para desencantarnos de este paisaje de mundo y des-acomodar lo que está solidificado, silenciado e in-visibilizado.

Helena Chávez Mac Gregor

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