Disculpe, ¿qué hora es? 

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En Porta Maggiore, una de las puertas orientales de Roma, pertenecientes a la antigua Muralla Aureliana se despliega diariamente un mercado informal a primera hora de la mañana. Sistemáticamente este mercado es objeto de intervenciones de la policía local. Despliegue y repliegue se suceden repetida e inexorablemente.

Debido a una interpretación conservadora y ambigua de las leyes de privacidad europeas, la policía italiana no puede ser fotografiada. Por lo tanto, la documentación de Scusi, che ore sono? se compone de extractos vídeo de un canal YouTube de autopromoción policial de la ciudad de Roma. “Polizia Roma Capitale channel” ofrece documentación diaria de gestos “heroicos” de los oficiales, incluyendo el del desencanto por la mercadería. 
Archivo original de la policía con paisaje sonoro inspirado en Cenicienta,  1.49 min.

Bienvenido a Porta Maggiore, donde las bulliciosas calles se transforman en un escenario para el desarrollo de las narrativas del propio tiempo. 

En una ciudad neoliberal decadente donde nada funciona a su hora. Los policías son los relojes. 

Aquí, en medio del tic-tac, los guardianes del orden intentan mantener el ritmo del ciclo temporal de la ciudad. 

Mientras tanto, los que viven en los márgenes se ven enredados en la red de los encantos del tiempo, sobre todo en el enclave místico de Porta Maggiore, donde la excéntrica vitalidad de la basura se manifiesta en ciclos vibrantes. 

Lo que antes era un símbolo de esperanza y sueños, el mercado, con sus valores de reutilización y mercantilización de la basura, se convierte en una escena de crimen en circunstancias misteriosas, como si el propio tiempo se rebelara contra sus captores.

Los cronometradores locales, con su inquebrantable dedicación al orden y la precisión, sospechan de todos los abyectos y vagabundos de la ciudad, especialmente de aquellos que interrumpen el armonioso flujo de la basura hacia el contenedor y el rechazo. 

Los vídeos son autorrepresentaciones de la épica batalla entre los maestros del reloj, la policía local, y los luditas de los tiempos modernos, los cartoneros. 

En una representación clásica de héroes y villanos a nadie se le permite alterar el curso natural del tiempo, y ningún encantamiento puede cambiar el inevitable paso del tiempo. 

Los vendedores ambulantes no son víctimas inocentes, sino que aparecen como personajes complejos con motivos ocultos que se convierten en los principales sospechosos y culpables de cualquier problema de la ciudad.

Liderados por unos jefes carentes de sentido común, héroes de plástico, que sospechan de cualquier lumpen del pueblo, especialmente del «colorido» como a ellos les gusta decir

A nadie se le permite cambiar el estatus de la basura y ninguna Cenicienta puede encantar las mercancías con valores perdidos. 

La basura es basura, dice el policía. La basura es basura, dice el reloj. 

Cada día, cualquier objeto o persona obstinada es sancionada y reconducida al reino de lo objetual y lo abyecto. 

Todos los días, cualquier párrafo, cualquier parte de este texto, cualquier intento obstinado de alterar el ciclo temporal se encuentra con sanciones y recordatorios de la naturaleza inmutable del tiempo. 

Los policías son héroes. La basura es basura. 

El zapato de cristal, otrora símbolo de un encuentro mágico y fetiche de la mercantilización, se convierte en una prueba clave de la investigación.

Ver esos vídeos es una mezcla de thriller policíaco y aventura fantástica, sin giros inesperados. En última instancia, el relato explora temas como la justicia, la redención y las consecuencias de vivir en un mundo donde la magia choca con el sistema legal moderno. 

Sin embargo, en Roma todos los días son iguales y no hay espacio para el encantamiento ni para la mercantilización. La verdad se revela, no hay espacio para desafiar las nociones preconcebidas sobre la basura, las Cenicientas ni para llegar a conclusiones inesperadas.

La verdad es la verdad. La basura es basura. El racismo es racismo.

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