Queridas compañeras,
From town squares to living-rooms. De las plazas a los salones.
Les escribo sobre el final de la tarde, en ese momento del día en que la luz cambia lenta pero radicalmente. Ese momento donde todo lo que pensábamos hacer hoy aún es posible, y justo antes de que todo ello no tenga más sentido. O no tenga los mismos sentidos.
Ahora, en este instante, todo está quieto, como suspendido, salvo la luz. Entonces, me lanzo a una de esas tareas residuales que cada tanto asumo. Recorro documentos guardados sin clasificar, recorro artículos que había imaginado leer y que quedaron perdidos en la carpeta de descargas. Los recorro, deteniéndome vagamente en títulos y en algunos fragmentos de frases o de párrafos. La mecánica del ejercicio que conozco tan bien se interrumpe frente a un documento de hace un año sobre Facebook, plataforma que nunca he utilizado pero que inevitablemente conozco.
El artículo de un periódico de negocios con fecha del 6 de marzo de 2019 retoma declaraciones de Mark Zuckerberg, presidente de la plataforma, anunciando cambios en la política de la empresa y dando a conocer nuevos intereses y perspectivas que definirán los desafíos del “futuro”. El mismo día, otro periódico, el Financial Post, publica la noticia bajo un título que resume el proyecto: «From town squares to living-rooms: Zuckerberg anuncia cambios fundamentales en Facebook con un nuevo enfoque en la privacidad»1. Como si viniera de uno de los dibujos del artista Julien Prévieux en su serie En busca del milagro económico2, las palabras de Zuckerberg parecen, un año después, ser la evidencia de una predicción divina. Sin duda podríamos sumar una nueva teoría conspirativa a la ya larga lista desarrollada en los últimos meses; algunas de ellas inventariadas pacientemente en el gif …but it’s never capitalism [3]3, realizado por Zeyno Pekünlü y presentado en la campaña #Normalitywastheproblem.
From town squares to living-rooms. De las plazas a los salones.
Me detengo en este artículo a la hora en que los sentidos cambian, no tanto para adentrarnos en teorías conspirativas sino porque resulta que aquí estamos, desde hace meses, encerradas en nuestros salones. Aquí estamos dando vueltas en círculos en nuestros salones al mismo tiempo que damos vueltas en círculos en nuestras cabezas… con nuestras cabezas que, también, dan vueltas en círculos a su propio ritmo. Damos vueltas en nuestros salones, en nuestras cocinas, en nuestras habitaciones, en nuestros baños… en fin, quienes tienen cocinas, dormitorios, baños, salones… porque hay quienes no. De tal modo que, para esas otras y otros, no hay ni salones ni plazas en sí. Las plazas de la ciudad se han cerrado durante estos meses, por lo que la ciudad casi desierta se muestra tal como es, como las cocinas, las habitaciones, los baños y los salones de quienes no tienen. Hombres, mujeres y otros seres intentan hacerse un salón, un lugar donde vivir. Ellos, ellas, elles, re-organizan algunos rincones de la ciudad; los transforman. Al igual que este hombre frente al 106 que en este instante acarrea una gran planta. ¿De dónde la trae? ¿Dónde la ha encontrado? No lo sabremos, pero acarrea esa planta para acomodarla en su salón-dormitorio que instaló entre los dos restaurantes cerrados, justo frente a nuestra ventana. La ciudad se reconfigura desierta y habitada al mismo tiempo. Habitada también por ese erizo o, incluso, por el pequeño zorro que se cruzó en nuestro camino esa noche tarde en que, como algunas otras veces, nos saltamos las reglas inventándonos recorridos improbables e imaginando las diferentes vidas de esta ciudad que se nos presenta tan cercana como ajena. Ellos y nosotros damos vueltas en círculos, con todas las desigualdades puestas al desnudo, y aún más visibles que antes.
Es así que, marcados por todas las desigualdades, nuestros lugares de vida –-los de nuestros vecinos y vecinas y los nuestros–- se han convertido en organismos mutantes, transformándose –-como nosotras–- según las horas, según las tareas, según las necesidades o las emergencias. Es así como hicimos organismo con nuestros lugares de vida, también con aquellos seres –-vivientes y no vivientes–- con quienes los compartimos. Nosotres, entidades confirmadas a la vez como digitales y analógicas, nosotres, cuerpos mutantes, preparamos nuestras bebidas, nuestras comidas, nuestras lecturas, reconfiguramos nuestro mundo en la escala más pequeña que tenemos, intentando, al mismo tiempo, comprender el cosmos. Conectades y conectando, pasamos el tiempo de algunos meses a girar en círculos…
Allí donde Zuckerberg parece plantearse un desafío a escala global, nosotres, los organismos mutantes, hemos probado nuestro mundo a una escala reducida pero siguiendo ritmos cósmicos apenas confesados. Un mundo que hemos formado entre nosotres —en calidad de entidades a la vez analógicas y digitales— y nuestros lugares de vida.
From town squares to living-rooms. La presentación de Facebook lleva por título: «Una visión centrada en la privacidad para las redes sociales»; en ella, Zuckerberg señala que este momento constituye la «oportunidad de construir una plataforma centrada en todos los modos de interacción privada que la gente desea. Este sentido de privacidad e intimidad no tiene que ver sólo con características técnicas, sino que está profundamente diseñado con el sentido de dar un servicio general». Un año después, con nuestros deseos o sin ellos, el contexto general quiere obligarnos a poner nuestras interacciones privadas como centro de nuestras vidas. Privatizar la vida parece ser la opción a la que nos relegamos. No obstante, nosotres, cuerpos mutantes, respondemos una y otra vez que lo personal no puede, ni podrá, retirarse a la dimensión de lo privado. Tú y él, y yo, somos siempre nosotres. Y en ello, no podemos dejar de recordar que lo personal es político. Que nuestro dar vueltas en círculos, entrando y saliendo regularmente de confinamientos y desconfinamientos, es fundamentalmente político.
Para Zuckerberg, las «interacciones privadas» constituyen los cimientos de una nueva visión que se define con ciertas características específicas: cifrado, reducción de permanencia, seguridad, interoperabilidad, almacenamiento seguro de datos. Cada una de estas palabras y sus alcances conllevan no sólo un imaginario sino también una ideología. Sobre todo, ellas designan y delinean la conmoción de un nosotres y de nuestras formas de relacionalidad.
Encryption, Reducing Permanence, Safety, Interoperability, Secure Data Storage.
Cifrado, reducción de permanencia, seguridad, interoperabilidad, almacenamiento seguro de datos.
Cifrado, reducción de permanencia, seguridad, seguridad, seguridad, seguridad, seguridad, seguridad, seguridad, interoperabilidad, almacenamiento seguro de datos, cifrado, reducción de permanencia, seguridad, seguridad, seguridad, seguridad, seguridad, seguridad, seguridad.
Como si la ficción neoliberal hubiese ganado una batalla, la seguridad se ha vuelto la consigna enarbolada por y para todes. La seguridad parece haberse vuelto fatalmente nuestro horizonte regulatorio y, sin embargo, estamos cada vez más desamparadas. Cada vez más frágiles, fragilizadas.
Cifrado, reducción de permanencia, seguridad, interoperabilidad, almacenamiento seguro de datos.
Son nuestras relaciones, nuestros lazos, -nuestro nosostres expandido-, los que están sufriendo una alteración fundamental. No somos, ni seremos las mismas. Nuestros modos de estar juntas no pueden quedar indemnes… Así es que aquí seguimos, meses después, preparándonos para salir o ya saliendo con los reconfinamientos como único horizonte… Pero, ¿cómo salimos? ¿Cómo salen estos organismos mutantes en los que nos hemos convertido?
¿Cómo salimos?
Salimos con nuestras vecinas, con nuestros salones, con nuestros lugares de vidas, con nuestros co-n-vivientes y nuestras co-presencias. Salimos también con nuestros muertos, con los que conocemos y con aquellos que descubriremos. Nuestros muertos están con nosotras, volviéndose, junto a nosotras, organismos mutantes, entre vivos y digitales, entre une y muches. Nosotras y nuestros salones, y nuestras cocinas, y nuestras plantas y nuestros animales y nuestros vecinos y nuestros muertos, nosotras… Estamos aquí, llenas de incertidumbres, con todas nuestras fragilidades a la vista, y sin un plan b. Tal es nuestra fuerza.
Así salimos a la calle, y la tomamos.… Allí fuera, todo parece igual pero no lo es. Cada cosa a nuestro alrededor se asemeja a algo que habíamos conocido pero nada parece ser exactamente aquello que era. No reconocemos ya esas estatuas ni las viejas reglas. Nuestra percepción alterada, expandida, nos devuelve imágenes inquietantes, que apenas comprendemos. Nosotras, nuestras relaciones, lo “otro”, todo parece ser lo que era y radicalmente diferente. Antes de salir, creíamos que ya no íbamos a poder tomar la calle pero lo hicimos, derribamos algunos monumentos, escribimos juntas nuestras nuevas pancartas, seguimos –-distanciadas y juntas–- planteando preguntas, ensayando otros mundos, interviniendo en nuestras temporalidades. El tiempo, los ritmos, las secuencias no son tampoco las mismas. Así salimos, buscando a aquelles a quienes amar, buscando las excepciones y los pasajes, volviéndonos también escritura; encriptando y desencriptando, encriptando y desencriptando al mismo tiempo. Fluidas y permanentes… otras… juntas.
La luz ha cambiado. Los sentidos siguen felizmente alterados y nosotras, From town squares to living-rooms, convertimos nuestros salones en plazas al tiempo que ocupamos las plazas y las calles.
Abrazos,
Notas
- «From town square to living room: Zuckerberg announces sweeping changes to Facebook in new focus on privacy» Financial Post, 6 marzo, 2019. ↩︎
- Julien Prévieux, À la recherche du miracle économique [En busca del milagro económico], tinta e impresión sobre papel, 2006-2009. Ver: http://www.previeux.net/fr/works-alarecherche.html ↩︎
- Zeyno Pekünlü, …but it’s never capitalism, gif, 2020 Ver: https://www.internationaleonline.org/programmes/our_many_europes/artists_in_quarantine/147_but_its_never_capitalism ↩︎
0 comentarios