Andreas Maria Fohr, Schein #12 (fragmento), 2022.

Ecologías de los intersticios

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Este 8 de marzo 2025 lanzamos “Ecologías de los intersticios”, el número 0.73 de Des-bordes, como nuestro modo de sumarnos a un 8M antifascista,
antirracista,
anticapitalista, antipatriarcal, antipunitivista, transfeminista y transfronterizo. Porque allí estaremos, aún donde no nos esperen, también desde -y en- los intersticios.

En un tiempo histórico que está desafiando todas nuestros modos de organización, funcionamiento y sostén, “Ecologías de los intersticios” bucea en formas no asimiladas, en tensión permanente, que operan en el interior mismo de la noción naturalizada de trabajo.

De manera básica y poco política, la Organización Internacional del Trabajo, lo define como un conjunto de actividades humanas, remuneradas o no, que producen bienes y servicios en una economía, o que satisfacen las necesidades de una comunidad o proveen los medios de sustento necesarios para los individuos. Esta definición es constitutiva del imaginario occidental y atraviesa estructuralmente el funcionamiento del sistema capitalista. Un recorrido, incluso rápido, por la historia del trabajo y las formas globales en que se ha estructurado desde tiempos coloniales hasta aquí, muestra patrones matriciales que han sido naturalizados y asimilados por nuestras sociedades. En una perspectiva social-demócrata, el trabajo se convierte en «empleo» con su organización de ingresos, derechos y protecciones sociales. En sus formas más contemporáneas, las divisiones entre trabajo y tiempo libre se hacen cada vez más difusas, y los niveles de abstracción que lo sostienen, cada vez más profundos. En ambos casos, y a lo largo de la historia reciente, la noción de trabajo como «factor productivo», de creación y acumulación de riqueza concentrada parece continuar intacta en una perspectiva necropolítica de crecimiento ilimitado, llegando a incorporar la estratosfera como horizonte de intervención. 

Lejos de la deriva ecocida que planea sobre nosotras, otras constelaciones, otros modos de obrar y entrelazarse pueden enmohecer nuestras certitudes. 

En la cosmovisión andina la noción de trabajo es inexistente. El verbo trabajar no forma parte del vocabulario de la lengua kichwa, como sucede en la mayoría de lenguas de comunidades en diferentes puntos de América latina y más allá. Como palabra más cercana, las comunidades andinas identifican el verbo llankana que implica conectar, activar, relacionarse con algo o con alguien. Las tareas, los oficios, las herramientas y lo que se “produce” o realiza no está en ningún caso desconectado de la vida comunal y de las relaciones vitales al entorno. Esta relacionalidad que desafía toda fragmentación pone, sin duda, en tensión la noción de trabajo capitalista que tenemos encarnada. 

Sin embargo, aún en el seno mismo de este sistema y completamente atravesadas por él, vemos surgir y sostenerse formas de inscripción temporal, social y vital, que desafían las lógicas impuestas, que no parecen ser asimiladas de manera directa por el sistema capitalista, aunque no operen necesariamente fuera de él. No aparecen ni siquiera como modos de denuncia o contestación. Funcionan y se inscriben intersticialmente en el sistema. Es desde esos intersticios que se suscitan alianzas y se generan procesos de construcción de subjetivación personal y colectiva, devenires que conforman paisajes de implicación inesperados.

Los feminismos conocen cabalmente estos modos de obrar, exponiendo simultáneamente la explotación del trabajo capitalista y cuestionando la invisibilización del cuidado, percibido históricamente como improductivo pero elevado a la categoría de productivo y reproductivo. 

El trabajo mismo de la revista Des-bordes con su numeración que retrasa la llegada al número 1 y sus metodologías de trabajo dentro de la Colectiva Editora, funciona, se sostiene y nos emociona desde estas mismas premisas, constituyéndose como un organismo vivo, mutante, multiplicando justamente paisajes de intersticios. 

De hecho y muy en sintonía con este número, Ecologías de los intersticios, surge a partir de una aventura inesperada. La colectiva Des-bordes venía estudiando, conversando, cuestionándo y preparando otro número. No éste. Sin embargo, una pequeña curaduría en la sección “El trabajo y el tiempo fuera de él” del festival de videoarte Videograms organizado en Lituania en noviembre de 2024. Esa experiencia nos movilizó y aportó en muchos sentidos al intercambio ya nutrido dentro de la Colectiva, desplazándonos de nuestros lugares habituales y abriéndonos a multiplicar los intercambios. Es así que esta nueva edición de Des-bordes se propone como un número en construcción continuada y transformativa. 

De manera constante se irá nutriendo y metamorfoseando en el transcurso de los próximos 3 meses. Así, el número se irá conformando como es habitual con contribuciones que serán publicadas a lo largo de los meses, en diferentes formatos y proponiendo perspectivas que van, incluso, hasta desafiar nuestros propios puntos de partida. 

Al mismo tiempo, y de manera excepcional, Des-bordes abre un espacio de proyecciones en línea. “Ecologías de los intersticios” propone un programa de películas que reúne realizadores del Cono Sur de América Latina movilizando historias, personajes y actividades que abordan el trabajo desde momentos de desfase con el capitalismo actual. Este programa retoma aquel propuesto en Videograms con documentales o, de manera amplia, producciones audiovisuales que presentamos también como modos de pensar y generar formas de conocimiento intersticiales. Cada película se presentará durante 2 semanas conformando un programa que se extiende entre marzo y junio.

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