La Cooperativa Gráfica La Voz de la Mujer es un espacio de trabajo productivo artístico del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) Lucha y Libertad de la Villa 20, Lugano, Argentina, en la FOB Autónoma (Federación de Organizaciones de Base Autónoma), integrada por compañeres migrantes (quechua, aymara, guaraní) trabajadoras de la cultura y luchadoras populares.
La cooperativa es un taller de gráfica migrante y feminista donde cada imagen es nuestra voz de denuncia, acción política colectiva, que se fortalece con redes de solidaridad y lucha desde el Abya Yala hasta el Kurdistan y por Palestina Libre.
Estamos organizadas en un proyecto autogestivo que concibe la gráfica como herramienta que nos permite ocupar las calles, visibilizar nuestras luchas, intervenir espacios culturales y politizar nuestras asambleas, comedores y ollas populares. En ese camino de autonomía llevamos nuestro puesto de ventas (agendas, stickers, calendarios, estampas, xilobordados, fanzines, cuadernos artesanales) como un ámbito de militancia y activismo participando en ferias, exposiciones, festivales, encuentros, movilizaciones y marchas, donde nuestras propias vidas, la cultura y la denuncia se entrelazan fortaleciendo la memoria colectiva y la resistencia.
En nuestra construcción feminista de base, buscamos unir los hilos de la trama de las resistencias desde nuestra historia piquetera1, la de nuestras ancestras y las luchas populares atravesando fronteras. Por eso el nombre de nuestra Cooperativa Gráfica, es un homenaje a las mujeres que entre 1896 y 1897 editaron, en Buenos Aires y en Rosario, el periódico comunista anárquico La Voz de la Mujer.
Seguidoras de esa gesta colectiva decidimos recuperar su legado y retomar esa voz vanguardista. Sus reflexiones sobre la importancia de la formación política de las mujeres, la rebelión contra todo tipo de opresión, el cuestionamiento a la iglesia, los debates sobre el matrimonio, el amor libre, la maternidad, la libertad de decisión y su modo directo y desenfadado en el decir.
Expresarnos desde las imágenes como un hecho político colectivo
Nuestro MTD surge al calor de las luchas previas y posteriores al 2001 resistiendo al neoliberalismo. Salimos a las calles, cortamos las rutas y allí nos encontramos y reconocimos entre nosotras, las muchas que hacíamos el trabajo invisible al interior de nuestros hogares que se sumaba la doble o triple jornada laboral. En nuestros barrios la supervivencia cotidiana nunca fue fácil y entre asambleas, reuniones y piquetes fuimos consolidando una manera de estar organizadas basados en la democracia directa y en la lucha en las calles.
Nuestras prácticas de autogestión, cuidado y solidaridad no sólo desafiaban las formas de explotación capitalista, sino que también crearon espacios de resistencia en los intersticios del sistema. Estos intersticios, esas fisuras, donde las formas tradicionales de poder no alcanzan a imponer su lógica y se convierten en territorios donde las mujeres, migrantes, disidentes y colectivos diversos tejen redes de cuidado, conocimiento y acción política.
En las Asambleas de Mujeres problematizamos nuestros roles y mandatos, nos reconocimos cada una en la otra, porque todas vivíamos las mismas opresiones, aunque no habláramos el mismo idioma. Voces en lenguas originarias y lenguas colonizadas habitaban nuestros encuentros, el hacer gráfico fue el modo de dialogar entre nosotras expresándonos en imágenes.
Nuestra voz fue el dibujo, algo que todas podíamos hacer colectivamente. Y lo sigue siendo hasta hoy.
En el local donde comenzamos a trabajar en la Gráfica convivían otros espacios del MTD; el merendero, las asambleas, el acopio de mercadería, la venta de ropa donada para la feria, los bingos y las ollas. Nos llevaba mucho tiempo armar y desarmar cada vez que iniciábamos la jornada, pero éramos muchas, diversas y a veces no siempre las mismas. Empezamos haciendo cuadernos pintados y anillados, luego cosidos, bordados y encuadernados, armados uno a uno artesanalmente con diseños únicos que reflejaban nuestros diversos orígenes.
Al cabo de cada jornada teníamos una gran producción que comenzamos a vender en los espacios de militancia. Al poco tiempo nos íbamos encontrando con compañeras que tenían nuestros cuadernos, eran parte de nuestras redes feministas, activistas, callejeras, piqueteras.
Esto nos llevó a pensarnos como un colectivo productivo de trabajo2 “no convencional” que en el año 2012 comenzó como un espacio de expresión gráfica feminista. En el 2013, como resultado de un taller de Educación Popular donde leímos textos de poetas feministas latinoamericanas, salió a la luz nuestro primer fanzine Poesía Insumisa 1 donde ilustramos poesías de Patricia Karina Vergara Sánchez (México) y Melissa Cardoza (Honduras) que nos cedieron especialmente para la edición. A partir de ahí nos organizamos como Cooperativa y con todas las imágenes que habíamos realizado en los encuentros de las Asambleas de Mujeres sacamos nuestro primer Calendario “Feminista y Militante – Mujeres Despertando”, proyecto al que dimos continuidad durante 2014 y 2015 y en el que aplicamos técnicas diversas como el registro fotográfico de nuestras actividades o el collage.
A partir de 2015 la Gráfica se convirtió en nuestro lugar de trabajo3. En 2016 comenzamos a editar todos los años, nuestra Agenda “Feminista y Militante”, y desde el 2018 agregamos el bordado a las estampas de xilografía en tela. Ello nos vinculó con nuestras ancestras, nuestras abuelas y nuestras infancias donde cada color, cada detalle, cada punto, cada puntada, fue una excusa para la charla íntima y colectiva.
Nuestro hacer siempre fue de la mano de nuestras luchas y el camino estuvo atravesado por nuestras responsabilidades cotidianas donde conviven las tareas de cuidado que sostienen la vida y el aprendizaje de un oficio gráfico.
Como en cualquier espacio de organización social que parte de la idea de una construcción horizontal, en nuestro trabajo planificamos desde la autonomía y la autogestión. Entre todas acordamos días, horarios, reparto de tareas, responsabilidades y construimos nuestros propios acuerdos y criterios de trabajo.
De a poco nos fuimos reacomodando y empezamos a fortalecer un grupo más constante, donde compartimos el crecimiento de la Gráfica con potentes compañeras activistas, artistas, feministas y militantes que fueron parte de nuestro proyecto.
El oficio gráfico, la encuadernación artesanal y la difusión en redes y exposiciones internacionales son modos de habitar estos intersticios, de hacer visible lo invisible y de crear un contrapeso a las lógicas de explotación y dominio. No generamos un ingreso adicional, lo producido por las ventas lo reinvertimos para la compra de insumos
La gráfica migrante y el poder de las imágenes
Nuestras vidas y memorias migrantes, las diversas luchas que nos atravesaron (por el gas o el agua, por ejemplo) el ser parte de familias mineras y campesinas, construyeron nuestras historias de desarraigo, de trabajos precarizados y explotados.
Desde una mirada feminista, nuestros espacios de producción artística y cultural son actos políticos que reconfiguran las ecologías de los intersticios. Se convierten en lugares donde las vidas migrantes, las mujeres, las disidencias sexuales y las comunidades indígenas expresan sus saberes, sus luchas y su cosmovisión, desbordando los límites del Estado y del mercado.
Resignificamos ese lugar de mujeres sumisas y calladas y nos convertimos en sujetas activas de transformación para gritar en cada xilografía bordada, sobre nuestras propias imágenes, que lo personal es político.
A través de nuestras imágenes nos animamos a tomar la voz y grabamos en las matrices consignas feministas: “Mi cuerpo mi territorio”, “Yo decido”, “Se va a caer”, “Si tocan a una respondemos todas”, “La deuda es con nosotres”.
Nuestras producciones son mensajes de denuncia, recuerdo, homenaje, y reclamo de justicia por Berta Cáceres, Marielle Franco, Marcelina Meneces, Macarena Valdez, las niñas de Paraguay, las niñas de Guatemala, y las luchas de los pueblos contra el patriarcado, el racismo, el colonialismo y el capitalismo.
















En los movimientos feministas y en las organizaciones como la FOB Autónoma, la experiencia de la Asamblea de Mujeres del Puente Pueyrredón, el trabajo colectivo, autogestionado y feminista se convierte en una forma de reexistir en los intersticios del poder, de resignificar la vida cotidiana. La producción de objetos gráficos, la organización en asambleas horizontales, los talleres de bordado y grabado, y las acciones en la calle son manifestaciones de esa ética de cuidado que desafía la lógica patriarcal y capitalista, promoviendo una ecología de la vida que se nutre del encuentro, la solidaridad y la autogestión.
Cada año la elaboración de nuestra Agenda/Cuaderno “Feminista y Militante” representa un desafío pensando cómo acompañar nuestros días sosteniendo la alegre rebeldía. Definir cómo será esa edición anual, es el resultado de un intenso debate. Creemos en la potencia de ser proceso valorando los aprendizajes que cada quien experimenta transformando nuestro entorno de trabajo, resignificando los saberes previos y las experiencias compartidas. Caminar juntes, imaginar, diagramar y politizar nuestras vidas. Cada interacción, cada signo o señal en la intimidad del hacer cotidiano son nuestro punto de partida y van marcando el paso a paso del trabajo colectivo.


















La pandemia fue un quiebre importante en nuestras vidas. Estar aisladas durante más de un año representó un cambio profundo en nuestro hacer y en lo afectivo. Acostumbradas a nuestra rutina de trabajo, sentíamos la falta de la otra al lado, en el encuentro cotidiano, en la charla, en el desayuno compartido en nuestras producciones.
El regreso reactivó el deseo de tramar rebeldías, esas que se convierten en una cadena de pasos y decisiones empapadas de convicción política, acción cultural y compromiso social en clave piquetera y transfeminista.
En estos tiempos de crisis, neo fascismos, golpes de estado, guerras e individualismos las agendas pasaron a ser ediciones temáticas: Mujeres Migrantes, Desde Abya Yala hasta Kurdistan, Luchas Ambientales-Resistencias Feministas y Luchar sirve! Contenidos con una fuerte impronta contrahegemónica, contra los intereses del sistema cisheteropatriarcal.
Estamos convencidas de que el valor se encuentra en el placer de acurrucarnos amorosamente. Es este gesto afectivo, político y artístico el que nos mueve a continuar homenajeando a quienes compartimos las mismas luchas. La Cooperativa Gráfica La Voz de la Mujer es una apuesta a las prácticas autogestionadas y creativas que desafían las lógicas lineales, desde una mirada feminista, estas ecologías de los intersticios son territorios donde los saberes ancestrales, la cultura y la solidaridad se articulan en acciones políticas que fortalecen las redes de resistencia y promueven la vida en su diversidad. La recuperación del trabajo reproductivo, la cultura popular y la organización colectiva en los márgenes son formas de habitar y transformar los espacios de opresión, generando un impacto que trasciende los límites del sistema dominante hacia la construcción de otros mundos posibles.
Integramos La Cooperativa Gráfica La Voz de la Mujer
Eusebia Mamani Choque, María Eugenia Lara, Daniela Ríos, Katterin Machnuk, Alex Robles, Lucia Bianchi, Ailin Méndez, Eva Socompi Ramos
- Corte de rutas y calles en los años 90, como modo de protesta y acción directa contra el ajuste y las medidas neoliberales. ↩︎
- Dentro del MTD se considera productivo un colectivo de trabajo que genera recursos como podría ser la textil o una carpintería ↩︎
- Consideramos la Gráfica nuestro lugar de trabajo dentro de la estructura de nuestro MTD, como lo son el barrido de calles, la textil, la olla popular. No tenemos un ingreso adicional al del resto de nuestros compañerxs, solo es un lugar más de trabajo, en este caso productivo y no de servicio. ↩︎
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