En este número de desbordes hemos incluido textos que abordan algunas discusiones político-epistemológicas que ofrecen distintas entradas para pensar la devastación ecológica que habitamos y que, desde diferentes ángulos, plantean una discusión con el paradigma del Antropoceno. La narrativa del Antropoceno nombra una era que tendría como punto de inicio la revolución industrial y la explotación de combustibles fósiles, en la que la acción humana se habría convertido en una fuerza transformadora capaz de modificar geológicamente el planeta a escala global. El término ha sido cuestionado porque presupone una visión dualista y una relación jerárquica y de exterioridad entre el hombre (blanco, cristiano, europeo) y la naturaleza y porque tienden a invisibilizar las historias de colonialismo, el imperialismo y el capitalismo que han conducido a la devastación ecológica. Algunos autores han propuesto la denominación alternativa del Capitaloceno. Haraway se detiene en esos cronopaisajes – Antropoceno, Capitaloceno- pero da un paso más al presentar el Chthuluceno, que no viene a reemplazar a los anteriores, pero propone otra noción de temporalidad, otro concepto de lo humano, otra manera de comprender a las especies y la interdependencia. El Chthuluceno hablaría de otro modo de componer mundos, historias, relaciones entre vivientes, otros modos de vivir y morir en un planeta herido. El Chthuluceno no delimita una era con una fecha de comienzo (ni final) sino que implica un tiempo que es un ahora que ha sido, es, y aún está por venir. Sus poderes pueden ser tan destructivos como generativos y más que la esperanza o la salvación nos exige desarrollar la capacidad de respuestas situadas y expuestas a la contingencia, de ahí que el Chthuluceno tome distancia tanto de las narrativas del colapso como del optimismo tecnocrático.
Publicamos este texto buscando que pueda aportar a la discusión en nuestros países del sur, donde una multiplicidad de actores, pueblos indígenas, feminismos comunitarios y diversas formas de la ecología política se organizan frente a la desigualdad socioambiental, el cercamiento de bienes comunes, el extractivismo y la consecuente destrucción de bienes naturales y territorio y han ensayado respuestas generativas desde los conceptos de Buen vivir y de derechos de la naturaleza. En este sentido nos preguntamos qué le puede hacer el texto de Haraway a nuestros debates y luchas locales, y que le hacen nuestras prácticas y conceptos a los escritos en torno al Chthuluceno. Pensamos que sin duda se puede dar un diálogo fructífero, intenso y no complaciente, que abra interrogantes y resignificaciones para activar nuestra mutua habilidad de responder ante la devastación, pero también a la necesidad de reinvención de otros modos de vida ¡Que lo disfruten!
Créditos
«Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno” de Donna J. Haraway
publicado por la editorial consonni, más información en www.consonni.org
© 2016 by Duke University Press www.dukeupress.edu
© 2019, de la traducción, Helen Torres https://helenatorres.wordpress.com/
© 2019, de la edición, consonni www.consonni.org
El formato digital del libro completo se puede conseguir a través de la plataforma lektu desde cualquier parte del mundo.
Se puede acceder desde la web de consonni o directamente desde la plataforma, aquí link directo a Lektu:
https://lektu.com/l/consonni/seguir-con-el-problema/13038
También disponible en librerías en Argentina:
https://www.waldhuter.com.ar/Papel/9788416205417/SEGUIR+CON+EL+PROBLEMA
Sobre la autora
DONNA HARAWAY es profesora emérita del departamento de Historia de la Conciencia de la Universidad de California, Santa Cruz. Obtuvo el doctorado en Biología en la Universidad de Yale en 1972. Escribe y da clases sobre estudios de la ciencia y la tecnología, teoría feminista y estudios multiespecies. Ha dirigido más de sesenta tesis doctorales en distintas áreas disciplinarias e interdisciplinarias. Participa activamente en el Science and Justice Research Center y el Center for Creative Ecologies de la Universidad de California, Santa Cruz.
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